Vivan los tomates feos

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¿Han visto ustedes que tomates? ¿Les parecen feos? Pues a mí me parecen preciosos. Vamos, que los veo y, si son los primeros de la temporada, se me saltan hasta las lágrimas solo de pensar en su sabor. Para los que no los conozcan, les diré que pertenecen a una variedad llamada ‘Piel de doncella’ (por su color rosado) y que son típicos de mi pueblo, Cabra (Córdoba). Estos, en concreto, son de la huerta de mi tío y si no los han probado nunca, les aconsejo que, si tienen la ocasión, no la dejen pasar. No se arrepentirán.

Después de un duro invierno comiendo tomates muy bonitos y muy redonditos pero que no saben más que a plástico, se agradece que llegue el verano y las huertas que hay a los pies de la Subbética cordobesa florezcan con estos tomates que tienen un sabor dulce e intenso. Son tomates que huelen y saben a tomates, algo que parece una obviedad pero que no lo es tanto cuando uno se topa en el supermercado con frutas y verduras relucientes, sin imperfecciones, tan redondas que parecen haber salido de un molde y cuyo sabor realmente en poco se asemeja a lo que de toda la vida fue una lechuga o una manzana, por poner algún ejemplo.

Por eso, desde este columpio mío desde el que les hablo, que como saben está bajo un olivo y tiene vistas privilegiadas a las huertas de Cabra, hoy quiero romper una lanza a favor de las frutas y verduras feas e imperfectas. Ojo, no hablo de que estén podridas, eso no nos gusta a nadie, pero sí de que no parezcan sacadas de una fábrica de juguetes, de que tengan sus grietas, sus manchitas negras, de que en vez de redondas sean un poco deformes…¡Esas serán las más ricas!

¿O es que las personas más perfectas por fuera lo son también por dentro? No digo yo que no haya alguno/a por ahí, pero todos sabemos que una cosa es la fachada y otra muy distinta lo que le late dentro a cada cual. Pues con los tomates y con las frutas y verduras en general pasa lo mismo, los más bonitos no siempre serán los mejores.

No obstante, la culpa de comer tomates que saben a plástico solo la tenemos quienes los compramos. Es lo que pasa cuando se fuerza y se cría en invernaderos un producto que toda la vida solo sobrevivía en la mata los meses de calor. Vale que hay tomates todo el año, pero, a cambio, la inmensa mayoría no saben a nada. Un buen remedio para contrarrestar esa falta de tomates buenos en invierno es el que desde siempre vi hacer a mi abuela y cuya tradición ha continuado después mi madre: hacer conserva de tomate.

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Es tan fácil (y tan trabajoso, si son grandes cantidades) como pelar el tomate, triturarlo, meterlo en botes y cocerlos al baño maría para que hagan el vacío. Gracias a este antiguo invento, en casa tenemos todo el año disponibles los tomates de la huerta de mi tío. Es cierto que para ensalada así no valen, pero para salsas, sofritos y un sinfín de platos no tienen competencia.

Ya saben, lo de que no hay que dejarse llevar por las apariencias vale para todo. Así que ¡vivan los tomates feos!

La importancia de donar médula

Con frecuencia, nos ocurre que se nos olvida lo afortunados que somos y que los problemas que tenemos en la vida, o lo que así llamamos, son en realidad minucias, contratiempos que se acaban solventando con mayor o menor éxito pero que no nos impiden vivir ni a nosotros ni a los que queremos y tenemos cerca. Y con frecuencia también pasa que cuando tenemos noticia de personas que sí se enfrentan a problemas de verdad, de esos que no tienen solución o que la tienen pero es difícil alcanzarla, de repente valoramos de golpe todo lo que tenemos.

Es lo que me ha ocurrido a mí y seguro que a los que conozcáis el caso también con el gran José Javier Paulano, un chaval de 17 años que espera un donante de médula compatible para poder ganarle la batalla a la leucemia linfoblástica aguda que padece. Este jienense lleva ya dos tratamientos de quimioterapia muy fuertes y actualmente se enfrenta al tercero en el Complejo Hospitalario de Jaén.

José Javier (en el centro con gorra) rodeado de amigos y familiares antes de someterse a su tercera quimio.

José Javier (en el centro con gorra) rodeado de amigos y familiares antes de someterse a su tercera quimio.

Su madre, Raquel Fajardo, con quien hablé hace unos días para hacer un reportaje en el periódico, es una de esas mujeres coraje que está moviendo cielo y tierra para que llegue lo que José Javier necesita, ese donante compatible. Su batalla, me contaba, es por su hijo pero también para que la ciudadanía tome conciencia de una vez de lo importante que es hacerse donante de médula y, sobre todo, de que hacerlo no conlleva ningún riesgo y es algo muy sencillo.

Os dejo a continuación la información que publicamos en Ideal Jaén la semana pasada y también el enlace a la página de Facebook donde Raquel Fajardo ha emprendido su particular lucha con bastante respaldo hasta el momento. Pero todo es poco. Por eso hoy quiero darle un pequeño impulso a José Javier desde mi columpio y os pido que lo compartáis.

«Donar médula es algo muy sencillo e indoloro y la gente no es consciente de las vidas que se podrían salvar si hubiera más donantes». Son las palabras de Raquel Fajardo, madre de José Javier Paulano, un jienense de 17 años aquejado de una leucemia linfoblástica aguda, que necesita de forma urgente una donación para salvar su vida.

Todo comenzó, explica Raquel, el pasado 24 de marzo, cuando después de haberse encontrado mal en algunas ocasiones puntuales, a José Javier le dio una crisis muy fuerte que le llevó directamente a la UCI. «En ese momento le daban horas de vida, así que el haber llegado hasta aquí es un logro, pero hay que seguir luchando, claro», dice Raquel, que cuenta que han sido meses muy duros con dos ciclos completos de quimioterapia (uno de 40 días y otro de 30), tratamientos «muy fuertes» que le han ocasionado neumonías, problemas cardíacos, respiratorios y otras complicaciones que, afortunadamente, ha podido superar.

Ahora, desde el pasado lunes, José Javier está de nuevo ingresado en el Complejo Hospitalario de Jaén recibiendo otro tipo de quimioterapia, llamada de consolidación. «Mientras que aparece un donante compatible, tiene que ingresar unas 3 semanas al mes más o menos para seguir recibiendo quimioterapia y que la enfermedad siga controlada», explica la madre del joven, que apunta que lo deseable es que aparezca un donante «cien por cien compatible», pero que no es fácil.

Pocas donaciones

El problema, explica, es que, a diferencia de lo que ocurre con las donaciones de sangre, las de médula no están tan generalizadas, «existe mucho desconocimiento y la gente piensa que es como si donara un riñón y no tiene nada que ver, es mucho más sencillo», indica Raquel, que subraya que lo único que hay que hacer es pedir cita en Donantes de Sangre para que a la persona interesada le realicen una pequeña extracción de sangre que posteriormente será analizada. «De ahí, la sangre va a una base de datos mundial y, si algún día aparece alguien compatible que la necesita, te llaman para ver si quieres seguir adelante», apunta esta madre coraje, que añade que hay dos formas de hacer esa donación, aunque normalmente siempre es por sangre periférica, es decir, por los brazos como una transfusión de sangre normal. «Lo único diferentes es que unos días antes te ponen unas inyecciones en los brazos para que se generen más células madre». La otra forma sí requiere entrar en quirófano y que te realicen una pequeña punción en las caderas porque se necesiten más células madre, «pero tampoco es nada peligroso, la molestia es mínima y a las 24 horas estás en casa», manifiesta.

La labor que Raquel Fajardo está llevando a cabo en las redes sociales está consiguiendo que muchas personas, tras conocer la historia de su hijo, hayan decidido hacerse donantes de médula. De hecho, en el Centro de Transfusión Sanguínea de Jaén ya no hay citas para el mes de julio, y en agosto cierran por vacaciones, con lo cual la gente que lo solicita no podrá donar hasta septiembre, algo que, a juicio de esta madre, «no tiene mucho sentido».

Raquel Fajardo deja claro que esas donaciones que la gente está realizando no tienen por qué ser para su hijo, sino para cualquier persona que lo necesite. «El tiempo juega en nuestra contra, si aparece un donante compatible, luego son necesarias una serie de pruebas que van a alargar mucho el proceso, pero en realidad mi lucha no es tanto por Jose, sino, sobre todo, porque la gente se haga más solidaria y tome conciencia de que donando médula puede salvar una vida».

Y es que, recalca Raquel Fajardo, «muchas veces te tienes que ver en una situación como esta para darte cuenta de que somos egoístas y no nos paramos a mirar al de al lado. Son 5 minutos lo que tardas en hacerte donante de médula y si la inmensa mayoría de la población lo fuera, todo sería mucho más fácil».

De momento José Javier sigue luchando. «Esta quimio que le están poniendo ahora es muy fuerte, tiene efectos secundarios muy duros pero, de momento, los está soportando», relata la madre del joven jienense, que el pasado domingo, un día antes de ingresar de nuevo en el hospital, se vio rodeado de sus familiares y amigos en un encuentro organizado por su madre para que recibiera todo el apoyo posible. «El que él esté positivo es un 50% de su tratamiento,  tiene que luchar y estar fuerte y por eso organizamos ese encuentro y la verdad es que se sintió muy arropado, recibimos mucho cariño».

Implicación

Raquel Fajardo agradece la implicación que tantos jienenses están demostrando con su hijo, así como la labor que realiza el equipo de hematología del Hospital de Jaén. «Están luchando por mi hijo, yo sé que no lo van a dejar, está en las mejores manos», sentencia Raquel.

(Información publicada en Ideal Jaén el 10-07-15)

Gracias mil

Nunca me imaginé que iba a estar tan a gusto en este peculiar columpio en el que he decidido instalarme para hablaros cada semana. Ni siquiera, cuando ideaba el proyecto, sabía que sería sentada aquí desde donde lanzaría mis reflexiones para que, si alguien lo tenía a bien, las leyera. Pero una cosa llevó a la otra y aquí me tienen, con mi trasero apoyado en un saco de esparto, dispuesta a contarles vayan ustedes a saber el qué.

De momento, tengo claro lo que me toca hoy. Después de un primer post muy especial cargado de emociones, lo siguiente es dar las gracias, sobre todo, a dos personas que me han ayudado a personalizar esta particular bitácora.

Por un lado a mi querida Esther Sepúlveda, la personita que se esconde detrás de Cortar, Pegar y Cantar y que es la autora del dibujo tan bonito que no solo ilustra mi primer post sino la cabecera del blog en general. Leyó lo que escribí y lo dibujó así de bien. ¡No me digáis que no es precioso mi columpio! Os recomiendo que la sigáis para no perderos nada de lo que hace. Es mi amiga del alma, también periodista y una artista de los pies a la cabeza.

Y, por otro lado, está Jorge Pastor, un colega al que muchos de vosotros conocéis. También gran amigo, también periodista y fotógrafo en sus ratos libres y que me hizo unas fotos preciosas para este blog. Le pedí que me hiciera una y me tuvo más de una hora posando…Él es así. Para los que aún no lo hagáis, lo podéis seguir en Patadón y Tentetieso. Y también en la expo que inaugura mañana en Barcelona…

A los dos, de corazón, mil gracias por ayudarme a comenzar este sueño que tenía desde hace mucho tiempo. Solo por el tiempo que me habéis dedicado desinteresadamente, me siento en la obligación de mantener esto con vida.

Y, como no, no me puedo marchar hoy sin agradeceros a todos vosotros, lectores míos, que decidierais gastar parte de vuestro preciado tiempo en leer mi primer post. Fuisteis muchos más de los esperados y comenzar así es un privilegio al tiempo que una responsabilidad.

Que el balanceo no pare.