Imagino que alguna vez les ha pasado que llevan mucho tiempo sin ver a alguien querido y cuando se vuelven a encontrar es como si los meses o los años no hubiesen transcurrido, como si, por mucha tierra de por medio que haya o quehaceres cotidianos que impidan reunirse, al final es como si esa persona hubiera estado ahí siempre. Pues esto es lo que me ocurre a mí una y otra vez con ellas, con los seis soles que alumbraron mis años de estudiante de Periodismo y cuya luz sigue siempre ahí, más lejos o más cerca pero nunca apagada.
Podría escribir un libro entero hablando de nuestras historias, de anécdotas que nos hicieron llorar de la risa, de cantes en una de tantas noches malagueñas…Podría decirles que hace 15 años que las conozco y son de las mejores personas que me he encontrado en mi vida, podría empezar y no acabar de echarles piropos. Son preciosas por dentro y por fuera.
Lo he vuelto a comprobar el pasado fin de semana, cuando tuvimos nuestro segundo reencuentro oficial, una costumbre como otra cualquiera que nos dio por instaurar el año pasado y que ha resultado ser el mejor invento de la historia. Cantamos, bailamos, comimos, bebimos, debatimos, reímos e incluso lloramos, que todo es necesario, oiga.
Además, tuvimos la suerte de compartir nuestra alegría con los tres chicos que se han atrevido a acompañarnos, uno de ellos valiente como él solo que nos lleva aguantando casi desde el principio y que hace los mejores mojitos del mundo. Otro, con menos experiencia en esto de entendernos (aunque lo hace muy bien) pero maravilloso pinche de cocina. Y luego está el que se tira en bomba a una piscina casi de juguete…Tenemos de todo. Por tener, tenemos hasta dos pequeñas criaturas que nos han dado la vida y el juego y que han reducido considerablemente nuestras horas de sueño, pero a las que todo se les perdona porque morimos de amor con solo mirarlas.
Queridas mías, gracias de corazón por hacerme tan feliz con el simple hecho de ser como sois. Gracias a la que estrena anillo, a la que lo estrenará en breve, a la que mejor luce el carmín rojo, a la que lleva como nadie los retrasos en los aeropuertos, a la sufridora de alergias y moscas y, como no, gracias infinitas a ti, que tanto glamour tienes en chándal.
A todas, sin excepción, os quiero ver el próximo año en la tercera edición, yo ya estoy soñando con ella. “Rememos a favor de obra” para conseguirlo. Os lo pide, con miles de besos, “la madre ejemplar”.
Los retrasos de vuelos y esperas en los aeropuertos se sufren menos si el destino vuelve a ser columpiarnos juntas. Un beso volador, amigas.
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Momentos como estos y personas como vosotras demuestran que la amistad verdadera no entiende del paso del tiempo ni de la distancia. Cuando 7 locas (con los añadidos que llegan y que acogemos con alegría) se reúnen tras mucho tiempo para compartir días y noches, chismes y risas, penas y alegrías… y parece que siguen sentadas en la última banca de clase… eso tiene que ser amor del bueno!
Os quiero mucho a todas! Y a vuestros maríos y niñ@s! Y a Berta! Incluso a Rodolfo!
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Sin palabras me dejas, y ya es difícil. No lo podría describir mejor ni más bonito. Yo también sueño con la del próximo año y con todos los reencuentros totales o parciales que puedan darse entre medio 🙂
Un beso enorme.
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¡Os quiero y os requiero! Besos mil.
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