Apenas unos días antes de cumplir los 22,
con toda la teoría en la cabeza y ninguna práctica que me avalara.
Fue así como yo llegué a esta ciudad de la que tú hoy te marchas
y en la que, al igual que tú, yo también me he sentido afortunada.
A mí Jaén me ha visto crecer como periodista y como persona
y en ambas cosas tú tienes una responsabilidad demostrada.
Que sepas que en este lugar del que siempre te quisiste ir
dejas muchas personas tristes, demasiadas.
Y entre ellas cuéntame a mí, que al tiempo que me alegro por tu logro
también me lamento porque te vayas.
No te digo adiós porque estaremos ahí siempre,
no me despido porque me niego a creer que esto se acaba.
Esto sólo es un “hasta la próxima”, un “hasta la vista compañero”,
Un “nos tomamos unos vinos en Granada”.
Que te vaya bonito, querido amigo,
que la suerte sea siempre tu aliada,
que no dejes de escribir cosas hermosas,
que la belleza siga estando a tiro de tu cámara.
Que tus tres soles sean siempre tu bandera,
que tu ilusión te acompañe en las horas bajas.
Que recuerdes el pasado con alegría,
que salgas victorioso de cada batalla.
Gracias por haber hecho de maestro,
de hermano mayor, de camarada.
Gracias por miles de risas, por algún que otro llanto,
por tantas y tantas juergas necesarias.
Salud y éxitos, querido Jorge,
que en la nueva partida te salgan buenas cartas.
(A mi amigo Jorge Pastor, el tipo que me acompaña en la foto de arriba, tomada en 2007, cuando éramos más jóvenes pero no más sabios ni más guapos).